Zócalo de la Ciudad de Puebla

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Lucha Libre

23 de febrero de 2013

[Fahrenheit 451]


“Los libros están para recordarnos lo tontos y estúpidos que somos”. Ray Bradbury

Años atrás, recién comenzada mi estadía en el Instituto Tecnológico De Puebla, mientras pasaba por un fuerte choque emocional sobre una de las decisiones más importante de mi vida  – entrar a la Universidad –  encontré en un viejo rincón de la casa cuasi abandonada de mis abuelos, una novela amarillenta en su interior debido al paso de los años y el humo de cigarrillo que le regalaba mi tío el más joven durante las noches. En la esquina superior derecha, su costo, $50.00 pesos mexicanos; barato, accesible. Listo para una nueva aventura junto a mí. 
Recuerdo que lo tomé y le di un vistazo rápido, leí su sinopsis, pronto me cautivé. Sin que nadie me viera y con suma cautela decidí introducirlo a mi morral desgastado, como aquél libro que en su exterior me enseñaba el paso de los años. Llegué a casa con mi madre y mi hermano, esa noche en la comodidad de mi cama, decidí comenzar a leerlo. Sabía que sería una aventura.


“FAHRENHEIT 451: La temperatura a la que el papel de los libros se inflama y arde”. Que dato tan interesante e intenso; para él era estupendo quemar, nunca pude imaginarlo. Esta historia ficticia narra la vida de Montag, un bombero que trabaja con intensidad en su cuartel   – El Sabueso Mecánico –  regido bajo las órdenes del gobierno de su lugar de estadía. Una historia que no narra la actividad común de cualquier cuartel de bomberos, ya saben la de quemar incendios. 



Más bien nos maneja algo inimaginable, algo que puede presentarse dentro de una sociedad que se deja mangonear por el gobierno que los “representa”, y es así como logra cautivarnos con la historia de su pueblo reprimido, donde está prohibida la lectura, por lo tanto se ve impedido el desarrollo de las capacidades.
Montag por mucho tiempo sintió el interés de descubrir un libro, una lectura, un conocimiento, miles de datos, información; tenía la necesidad de platicar de manera pensante, de conocer si realmente estaba inmerso en la felicidad o si solamente era un producto estereotipado más de la sociedad.

Gracias a su joven amiga Clarisse y las actitudes de su familia tachada por siempre buscar respuestas a lo desconocido, Montag se vio fatalmente atraído por la belleza que aún no le descubría a los libros, aquello que aún lo mantenía con vida en supervivencia, por el salario que le atribuía su empresa, y el pesado salario mental que le dejaba la falta de moral en su labor.
Montag, se vio tentado durante su laburo gracias a una vieja que conservaba en casa una biblioteca envidiable de solo pensarla. Fue el momento de mayor tentación, y así como yo actué hace unos años para sacar el libro de ese estante donde más amarillento se volvía, Montag tomó el libro con sus manos y lo llevó a con él a pesar del miedo de ser descubierto por  Beatty, su jefe. 


Ya con unos cuantos libros en su recóndita biblioteca, Montag decide  emprender la  aventura de proliferar la lectura por el pueblo, para decirle adiós a todo aquello que tuviera que ver con la enorme imprudencia de aprender por iniciativa propia. En esta aventura conoce a un literato que junto con él hace un plan de acción para llevar el acceso a la información de manera libre y la lucha ante estas adversidades.

Montag consigue más disgustos, se da cuenta que vive en un mundo bastante plástico donde es más importante una crítica desmedida que el hambre de conocimiento, el conocimiento más básico como el del amor hacia los demás; por lo mismo decide regresar a su trabajo. Ya en el trabajo llega a una alerta y se da cuenta que tienen que quemar otra casa que tiene libros. Al llegar, descubre que es su propio hogar, y lo había denunciado su propia esposa. A raíz de esto Beatty quería perseguir al literato, pero solo consigue el enojo de Montag y una muerte violenta y ardiente.
 Como en muchas de las historias donde hay una muerte injustificada, Montag comienza a ser perseguido por parte del gobierno y las autoridades. Pero se ha escapado, ya está en un bosque con los hombres libro, realizando el sueño que el siempre quiso, proliferar la literatura a largo plazo adecuado a la necesidad de su pueblo; mediante la memorización de los textos para que en un futuro pudieran ser transmitidos sin la necesidad de cometer un atentado a falta de su existencia física.
Tan fácil es como lo dice Bradbury en su novela: “Los que no construyen deben destruir”, y es la triste historia de la vida en este mundo; generalmente en países en vías desarrollo y algunos de primer mundo. Muchas veces la percepción de las cosas no es la misma desde el punto de vista de aquellas personas que se encargar de crearlas porque quieren transmitir una idea, a la forma en que perciben los que no lo hacen y muchas veces llegan a interpretar como una agresión a su estado de confort e indirectas en su ámbito social.

En muchos aspectos de nuestra vida al paso de los días nos vemos bombardeados por una serie de argumentos existentes que tienen el poder de atraer nuestra parte débil, atraer esta parte débil que busca mantener nuestra ignorancia a flote. Decir a flote implica que irradiamos ignorancia con cada paso que damos y gracias a todos estos argumentos logramos cerrarnos ante aquello que la vida nos deja como superficial y se vuelve exhaustivo cavar a profundad para generarnos una identidad que irradie un mundo original en cada paso que damos.
El sistema opresor que maneja la novela se resume en esta frase: ¡La terrible tiranía de la mayoría! Todos tenemos nuestras arpas para tocar. Y ahora, le corresponderá a usted saber con qué oído quiere escuchar.
En lo personal, una de las frases más significativas. Pues incluye al sistema opresor desde el punto en el que nosotros somos quienes decidimos cuanto nos afectan sus acciones hasta llegar al levantamiento de revolución con un sonido tan dulce como el de un arpa. El saber con qué oído queremos escuchar implica un buen reconocimiento del mensaje, no una simple manipulación pública. Lo mejor es estar bien preparados retomando las cosas que nos gustan y llaman la atención, ver la vida desde otros puntos.
He tomado la inspiración necesaria para poder escribir un pequeño pensamiento: 

Largos años que han costado realizar algunas peripecias, finalmente llega alguien extraño; involucrándose a pesar de ser un total forastero para pisarte los sueños. Cuando el peligro te rondó día con día, aquel ente maligno parecido a un espécimen de plastilina a la cual le ha surtido el sol sus rayos, no le cuesta ni cinco minutos robar, estrujar y sofocar el suceso.


Estos son sucesos reales y a veces nos cuestionamos cómo puede ser posible que un simple ente adecuado a nuestro entorno personal afecte tanto nuestro desarrollo humano a largo plazo. Se ve tan claro en el ejemplo de los medios de comunicación que portan cierto grado de manipulación al consumidor. Basta ya de adecuarnos a lo que nos dice un cerebro que en conjunto con otros no piensa igual que nosotros. Basta ya de ofender los gustos ajenos, actuar como actuó Montag a pesar de los riesgos es lo que nosotros como miembros de la sociedad necesitamos; esa valentía que no se ve reflejada con golpes sino con acciones. Acciones en la plena necesidad de proliferar el arte y sabiduría de la lectura. Que puede tomarse como base para la música, el cine, la pintura, la fotografía, entre otras actividades artísticas.
He leído al ensayista mexicano Pablo Boullosa, y en él he encontrado la respuesta a muchos de nuestros dilemas clásicos, y la clave está en sensibilizar a nuestra alma con el arte, pues gracias a este grado de evolución en nuestra persona, adquirimos nuevos valores y nuevo interés por conocer más de lo que el plano superficial y realista nos brinda; todo lo anterior resumido en la teoría del idealismo.
Antes de que Montag le quitara la vida a Beatty el le recuerda un pensamiento: “No te enfrentes con un problema, quémalo.” A lo que Montag responde:
  Bueno, ahora he hecho ambas cosas. Adiós capitán.
Un simple diálogo que nos puede dar la guía ante como salir de esta represión que nos brinda alguna esfera psicológica o social; no siempre es bueno desaparecer de la faz de la Tierra todos nuestros asuntos y problemas, lo mejor es enfrentarlos para después extinguirlos sin el uso de un sobornado “fuego”.
Fahrenheit me ha dejado una valiosa enseñanza, jamás sofocar mis ideales. Jamás rendirme hacia lo cuadrada que puede llegar a ser la vida. Mover el mundo, seguir redactando, seguir cantando, seguir gritando, seguir fotografiando, seguir pintando, seguir leyendo, seguir bailando, seguir viendo, seguir cuestionando y sobre todo seguir compartiendo.
 No dejemos que otros pisen nuestros sueños, lo mejor es seguir tomando en cuenta nuestras metas y buscar alcanzarlas mediante caminos correctos, nunca dejando de lado al arte y la cultura en la que queramos desarrollarnos desde que empezamos a descubrirla.
Me despido con el siguiente pensamiento: Es tan claro que el destino juega y se arremete contra uno para provocarle contracturas sobre lo que alguna vez encontró inalcanzable; La necesidad de este ciclo avanza según la prosperidad y objetivo que vislumbre nuestra vida. Es bien sabido que estamos a expensas de morir tan rápido, de forma efímera, pero puede ser tan común el experimentar momentos a los cuales no les encontremos explicación alguna, de eso se trata la vida.


Un placer volverte a leer Ray…



Escrito por: Michelle Aguilar De León.

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