“Los
libros están para recordarnos lo tontos y estúpidos que somos”. Ray Bradbury
Años atrás, recién comenzada
mi estadía en el Instituto Tecnológico De Puebla, mientras pasaba por un fuerte choque emocional sobre una de las decisiones más importante de mi vida – entrar a la Universidad – encontré en un viejo rincón de la casa cuasi
abandonada de mis abuelos, una novela amarillenta en su interior debido al paso
de los años y el humo de cigarrillo que le regalaba mi tío el más joven durante
las noches. En la esquina superior derecha, su costo, $50.00 pesos mexicanos;
barato, accesible. Listo para una nueva aventura junto a mí.
Recuerdo que lo tomé y le di
un vistazo rápido, leí su sinopsis, pronto me cautivé. Sin que nadie me viera y
con suma cautela decidí introducirlo a mi morral desgastado, como aquél libro
que en su exterior me enseñaba el paso de los años. Llegué a casa con mi madre
y mi hermano, esa noche en la comodidad de mi cama, decidí comenzar a leerlo.
Sabía que sería una aventura.
“FAHRENHEIT
451: La temperatura a la que el papel de los libros se inflama y arde”. Que
dato tan interesante e intenso; para él era estupendo quemar, nunca pude
imaginarlo. Esta historia ficticia narra la vida de Montag, un bombero que
trabaja con intensidad en su cuartel –
El Sabueso Mecánico – regido bajo las
órdenes del gobierno de su lugar de estadía. Una historia que no narra la
actividad común de cualquier cuartel de bomberos, ya saben la de quemar
incendios.
Más bien nos maneja algo
inimaginable, algo que puede presentarse dentro de una sociedad que se deja
mangonear por el gobierno que los “representa”, y es así como logra cautivarnos
con la historia de su pueblo reprimido, donde está prohibida la lectura, por lo
tanto se ve impedido el desarrollo de las capacidades.
Montag por mucho tiempo
sintió el interés de descubrir un libro, una lectura, un conocimiento, miles de
datos, información; tenía la necesidad de platicar de manera pensante, de
conocer si realmente estaba inmerso en la felicidad o si solamente era un
producto estereotipado más de la sociedad.
Gracias a su joven amiga Clarisse
y las actitudes de su familia tachada por siempre buscar respuestas a lo
desconocido, Montag se vio fatalmente atraído por la belleza que aún no le
descubría a los libros, aquello que aún lo mantenía con vida en supervivencia,
por el salario que le atribuía su empresa, y el pesado salario mental que le
dejaba la falta de moral en su labor.
Montag, se vio tentado
durante su laburo gracias a una vieja que conservaba en casa una biblioteca
envidiable de solo pensarla. Fue el momento de mayor tentación, y así como yo
actué hace unos años para sacar el libro de ese estante donde más amarillento
se volvía, Montag tomó el libro con sus manos y lo llevó a con él a pesar del
miedo de ser descubierto por Beatty, su
jefe.
Ya con unos cuantos libros en su recóndita biblioteca, Montag decide emprender la
aventura de proliferar la lectura por el pueblo, para decirle adiós a
todo aquello que tuviera que ver con la enorme imprudencia de aprender por
iniciativa propia. En esta aventura conoce a un literato que junto con él hace
un plan de acción para llevar el acceso a la información de manera libre y la
lucha ante estas adversidades.
Montag consigue más disgustos,
se da cuenta que vive en un mundo bastante plástico donde es más importante una
crítica desmedida que el hambre de conocimiento, el conocimiento más básico como
el del amor hacia los demás; por lo mismo decide regresar a su trabajo. Ya en
el trabajo llega a una alerta y se da cuenta que tienen que quemar otra casa
que tiene libros. Al llegar, descubre que es su propio hogar, y lo había
denunciado su propia esposa. A raíz de esto Beatty quería perseguir al
literato, pero solo consigue el enojo de Montag y una muerte violenta y
ardiente.
Como en muchas de las historias donde hay una
muerte injustificada, Montag comienza a ser perseguido por parte del gobierno y
las autoridades. Pero se ha escapado, ya está en un bosque con los hombres
libro, realizando el sueño que el siempre quiso, proliferar la literatura a
largo plazo adecuado a la necesidad de su pueblo; mediante la memorización de
los textos para que en un futuro pudieran ser transmitidos sin la necesidad de
cometer un atentado a falta de su existencia física.
Tan fácil es como lo dice
Bradbury en su novela: “Los que no construyen deben
destruir”, y es la triste historia de la vida en este
mundo; generalmente en países en vías desarrollo y algunos de primer mundo.
Muchas veces la percepción de las cosas no es la misma desde el punto de vista
de aquellas personas que se encargar de crearlas porque quieren transmitir una
idea, a la forma en que perciben los que no lo hacen y muchas veces llegan a
interpretar como una agresión a su estado de confort e indirectas en su ámbito
social.
En muchos aspectos de
nuestra vida al paso de los días nos vemos bombardeados por una serie de
argumentos existentes que tienen el poder de atraer nuestra parte débil, atraer
esta parte débil que busca mantener nuestra ignorancia a flote. Decir a flote
implica que irradiamos ignorancia con cada paso que damos y gracias a todos
estos argumentos logramos cerrarnos ante aquello que la vida nos deja como
superficial y se vuelve exhaustivo cavar a profundad para generarnos una identidad
que irradie un mundo original en cada paso que damos.
El sistema opresor que
maneja la novela se resume en esta frase: ¡La terrible tiranía
de la mayoría! Todos tenemos nuestras arpas para tocar. Y ahora, le
corresponderá a usted saber con qué oído quiere escuchar.
En lo personal, una de las
frases más significativas. Pues incluye al sistema opresor desde el punto en el
que nosotros somos quienes decidimos cuanto nos afectan sus acciones hasta
llegar al levantamiento de revolución con un sonido tan dulce como el de un
arpa. El saber con qué oído queremos escuchar implica un buen reconocimiento
del mensaje, no una simple manipulación pública. Lo mejor es estar bien
preparados retomando las cosas que nos gustan y llaman la atención, ver la vida
desde otros puntos.
He tomado la inspiración
necesaria para poder escribir un pequeño pensamiento:
Largos años que han
costado realizar algunas peripecias, finalmente llega alguien extraño;
involucrándose a pesar de ser un total forastero para pisarte los sueños.
Cuando el peligro te rondó día con día, aquel ente maligno parecido a un
espécimen de plastilina a la cual le ha surtido el sol sus rayos, no le
cuesta ni cinco minutos robar, estrujar y sofocar el suceso.
Estos
son sucesos reales y a veces nos cuestionamos cómo puede ser posible que un
simple ente adecuado a nuestro entorno personal afecte tanto nuestro desarrollo
humano a largo plazo. Se ve tan claro en el ejemplo de los medios de
comunicación que portan cierto grado de manipulación al consumidor. Basta ya de
adecuarnos a lo que nos dice un cerebro que en conjunto con otros no piensa
igual que nosotros. Basta ya de ofender los gustos ajenos, actuar como actuó
Montag a pesar de los riesgos es lo que nosotros como miembros de la sociedad
necesitamos; esa valentía que no se ve reflejada con golpes sino con acciones.
Acciones en la plena necesidad de proliferar el arte y sabiduría de la lectura.
Que puede tomarse como base para la música, el cine, la pintura, la fotografía,
entre otras actividades artísticas.
He
leído al ensayista mexicano Pablo Boullosa, y en él he encontrado la respuesta
a muchos de nuestros dilemas clásicos, y la clave está en sensibilizar a
nuestra alma con el arte, pues gracias a este grado de evolución en nuestra
persona, adquirimos nuevos valores y nuevo interés por conocer más de lo que el
plano superficial y realista nos brinda; todo lo anterior resumido en la teoría
del idealismo.
Antes
de que Montag le quitara la vida a Beatty el le recuerda un pensamiento: “No te enfrentes con un
problema, quémalo.” A lo que Montag responde:
— Bueno, ahora he hecho ambas cosas. Adiós capitán.
Un
simple diálogo que nos puede dar la guía ante como salir de esta represión que
nos brinda alguna esfera psicológica o social; no siempre es bueno desaparecer
de la faz de la Tierra todos nuestros asuntos y problemas, lo mejor es
enfrentarlos para después extinguirlos sin el uso de un sobornado “fuego”.
Fahrenheit
me ha dejado una valiosa enseñanza, jamás sofocar mis ideales. Jamás rendirme
hacia lo cuadrada que puede llegar a ser la vida. Mover el mundo, seguir
redactando, seguir cantando, seguir gritando, seguir fotografiando, seguir
pintando, seguir leyendo, seguir bailando, seguir viendo, seguir cuestionando y
sobre todo seguir compartiendo.
No dejemos que otros pisen nuestros sueños, lo
mejor es seguir tomando en cuenta nuestras metas y buscar alcanzarlas mediante
caminos correctos, nunca dejando de lado al arte y la cultura en la que
queramos desarrollarnos desde que empezamos a descubrirla.
Me despido con el siguiente pensamiento: Es tan claro que el destino
juega y se arremete contra uno para provocarle contracturas sobre lo que
alguna vez encontró inalcanzable; La necesidad de este ciclo avanza según la
prosperidad y objetivo que vislumbre nuestra vida. Es bien sabido que estamos a
expensas de morir tan rápido, de forma efímera, pero puede ser tan común el
experimentar momentos a los cuales no les encontremos explicación alguna, de
eso se trata la vida.
Un placer volverte a leer Ray…
Escrito por: Michelle Aguilar De León.
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