Zócalo de la Ciudad de Puebla

Zócalo de la Ciudad de Puebla
Lucha Libre

29 de noviembre de 2018

[La manera en que regaba el jardín (o cómo el agua se evaporó de la tetera).]

Las puertas de este cuarto se hacen pequeñas cuando debo despedirme. Las horas se enferman por saber cuándo será el próximo encuentro. La enfermedad comienza a tomar mi cuerpo en la oscuridad de la noche justo en el momento que te pienso.

El pecho se me aprieta, y al mismo tiempo, es tan grande como la pieza que estoy arrendando. La pieza es grande porque está el colchón que bien conoces tú, el velador donde dejo mis pastillas y el agua, y nada más. Al menos de los artefactos materiales. Lo ausente (y lo significante qué es) es lo que llena este lugar ¿Te acuerdas que te dije algo parecido cuando hablamos la segunda vez?

Solíamos pasear durante el día, el paisaje era nuestro; los ojos se encontraban para reclamarse un beso y un abrazo, cuando aún estos eran cálidos. Lo que llenabas era inmenso; me sentía en casa, tu casa; tu cuerpo. No tengo duda que al cruzar esa puerta que vi pequeña, me encuentre con un par de desconocidos. Nosotros ¿Te acuerdas qué te dije al despedirme?

Gracia la que cubre el camino de espinas, que cubre a su vez el pasto alfombrado de primavera áspera de alergia. Ya la consideración mía era molestia tuya, ya los silencios míos era irritación tuya. Cosas que pertinentemente dejaste ancladas acá, hora eterna. Hora puntual cruel puñal, acaramelado por tu buen manejo de palabra cual malabarista de los semáforos. Yo, sigo con la botella y el paño preguntando ¿Le limpio el vidrio tío? ¿Te acuerdas del sonido de mi bruxismo?

Qué extraño debe ser para aquel que nos mire lejano. Que pensamientos correrán por la cabeza de aquellos dos vagos. El desaliento que la gente lleva rato escuchando me regala un sólido mensaje de paz. Los que se hacen sordos lo saben, y dejan que poco a poco del fondo se levante la nada que se va de ti. La que antes llenaba el camino ¿Te acuerdas de las noches llenas de calma?

Todos los caminos que llevaban a Roma son los que transita los hermanos de Emmaus con las donaciones de las casas proletas. El camino sigue lleno pero de fracciones de vida de otras personas. Esas mesitas de centro con flores del jardín o robadas del parque, un recuerdo de la visita a Bariloche.
El vidrio siempre triunfa sobre la madera, y el cristal con que construyo mis recuerdos de lo que éramos se hace cada vez más borrascoso. Te mentiría si te digo que entiendo la circunstancia, pero mi bradipsiquia me atrapa y me deja moverme sólo en reminiscencias melancólicas. No tiene usted derecho de pedirme nada desde su posición ¿O sí? ¿Cuándo te vas a llevar el dolor de mis rodillas de tanto ir a la siga tuya? ¿De ti a la siga de otras personas siempre?

Si en un principio me sentiste libre, qué logró ponerme cadenas. El peso que me generó dolor durante mi partida esclareció. La materia prima de la vida. Las propiedades y la química. La explosión de reacciones inesperadas. Lo decorado de las calles de tu ciudad. Entonces volví a la mía, y noté que ya no estabas ahí. Que reclamabas y reclamaste por mi atención. Que los pájaros cantaron tu despedida. Que en mi mesa no estaba tu medicina y que en mis sueños no había promesas. Que de mi cabeza desaparecías ¿Te parece justo que me olvide? ¿O pretendes que te piense en silencio? En un espacio de mi consciencia...

En ese mismo espacio que habías todo hay fragmentos de lo que dejaste en mi. Yo, cual artesana tomé los pedazos de mármol escarmentados y me hice un escapulario. La foto de Santa María Guadalupe ilumina las esquirlas del vidrio que alguna vez empañamos. Veo a través de él y logro ver la valentía que me queda para hacer este manifiesto:
Otórgeme la voluntad, devuélveme la consciencia, que la memoria ya causa estragos en mi orden de los hechos.
Comencé a hablar del fin al comienzo sabiendo de dónde iba a parar todo.
Y aquí estoy en pie, parando todo nada más con estas dos manos que comienzo a reconocer. Me toco, me aseguro que ninguna parte falte, ya que es claro lo que sobra. La mesa está servida y el té para tres es lo mejor que puedo ofrecer ahora. Mantel a cuadros, unos servicios y vasos que fuimos a buscar a una feria. No, ya no hablo de justicia ni del mundo justo ni de los destinos de hilo rojo. Soy es ser y estar. Y aquí estoy.

Los días pasan y cada vez recuerdo menos. Las noches de historias y risas, las mañanas con un desayuno. Los besos de despedida. Cada minuto qué pasa se deja ver menos ansioso. Si tuviera que hablar de ti mañana, no recurriría a los malos modos y las malas costumbres. El cuento iría a tu favor, para que te pensaran único. Para que no reconocieran aquella debilidad mía que hizo perderme en ti y tu egoísmo. Y aquí estoy.



It Doesn´t Matter To Him - John Grant 



Escrito por: Polo Plantha y Michelle De León
Arte: Manolo Vida

1 de septiembre de 2018

[Vacío]

Pocos días como este. Hace tiempo que no había experimentado la misma sensación de vacío, de saber que no hay nadie más, que solo he de estar yo. Que tiempo atrás pedí atención; que tiempo atrás pedí ayuda; que tiempo atrás compartí sentimientos. Que hace poco tiempo tuve a alguien a mi lado, con quien hablé de cosas que realmente importaban. Ahora regreso a este mismo lugar, del que dude me ayudaría a encontrar mi verdadera felicidad, mis verdaderas pasiones. Le siento lleno de tristeza, donde no crezco y donde no merezco estar; de la opinión de los demás lo aprendí. Lo aprendí y me lo memorizo en la cabeza día tras día. Es más importante el éxito, es más importante para los ojos que no ven con mi mirada. Ya debía de haber alcanzado el éxito. Comienzo a estorbar y experimentar el vacío aquel que prometieron se llenaría con ayuda de otros. Probablemente el problema lo tenga yo. He trabajado en mi persona, para complacer a los demás. Para desprenderme de sentimientos erróneos, dejando de lado la ilusión de gastar mi vida como un ser humano. Me he fijado en cómo es que crecen los demás. Me estoy quedando pequeña. De mi esperaban más; una esclavitud disfrazada de felicidad. 

Me es difícil entender que hay libertad en las acciones, pero entiendo que la libertad depende de acciones pasadas, que la cadena corre a manera que le hemos trabajado. Pero veo mi pasado y no encuentro nada notable, nada brillante; solo he encontrado satisfacción personal y experiencias gratas, personas increíbles, lugares maravillosos, acciones, música, libros, idiomas y tanto conocimiento. Pienso que la apariencia es importante, pienso que el engrane que corre debe tomarme y hacerme presa de una cadena de consumo que derrote al final del día mis ganas de compartir lo vivido y aprendido. Suelo ir de amistad en amistad hablando del mismo tema, descubriendo que lo vacía que pudiera estar mi vida tal vez sea la solución a experimentar un vacío por no intentarlo. La gente en la que una vez creí suele dejarme de lado, no hay quien apoye un sueño tonto en tiempos difíciles. Lo egoísta consume a la gente que tengo alrededor. La poca felicidad que experimentan aun teniendo todo. Me consume, me abruma y me tira al mínimo deseo de ser otra persona. Debería intentar ser como ellos. Ser igual, ser algo más. Olvidar que soy un ser humano, olvidar que debo ser sociable, entregarle mi tiempo al enorme sistema, odiar a la sociedad pero satisfacer mis necesidades; ser egoísta, por ahí debería empezar. Conseguir lo que quiero deberá ser un lema y un estilo de vida. Sabiendo que di lo suficiente, nunca será lo suficiente para los ojos que no ven de nuevo con los míos. 

Curioso saber que nadie lee mis pensamientos. Curioso saber que poco a poco me importa menos compartirlos. El tiempo me ha hecho ver las cosas desde otro ángulo, pero con el paso del mismo pierdo la esperanza cada vez más. Quisiera solo poder irme lejos de tanta gente que no quiero en lo absoluto. La gente que hizo un daño significante en algún momento de mi vida. De todos los que se burlaron, de todos los que me abandonaron, de los que abusaron y excedieron su confianza conmigo. De quienes me hacen sentir poco exitosa y útil para la sociedad. Gracias a los cuales no puedo disfrutar de un espacio social amigable, un baile, una plática sincera y espontánea. El daño es irreparable, más no necesario en señalizar. Lo mejor puede venir después, por ahora a nada creo deber un respeto, a nadie creo deber un poco de amor. Me siento más sola que nunca, más triste, menos exitosa, menos sensible, más vulnerable. Espero que todo acabe pronto, porque nada tiene sentido.


Hare and turtoise - Olaf Hajek


Escrito por: Michelle Aguilar De León

6 de julio de 2018

Fotografía en vida




















Fotografía: Michelle Aguilar De León

Verano

A este espacio recurro en los momentos más vacíos de mi vida. He caminado un corto valle que no solo propició al verdadero cambio interior, lo caminé y me quede aislada de toda realidad gozosa. Me permití amar y luchar por mis sentimientos. Nunca supe cómo en realidad se sentía el abandono de los sueños hasta estos últimos dos años. Y me di cuenta que no hace falta el crearse una imagen falsa que probablemente el otro disfrute de mirar, porque nunca será auténtico. 

Sentí que no podía mirarte más a los ojos, ya no era especial, atravesé sueños oscuros. Me perdí en un mundo que simplemente a tu lado no era para mi. Ahora solo debo soltarte, debo dejar que te llenes de otros que fingen su interés por un tiempo. Que jueguen a estar en tu canal. Que te diviertas y que jamás hagas que sufran. Hace unas horas sentí una profunda culpa cuando te dije que te estaba dejando de querer, pero no es cierto. Una parte de mi te querrá por siempre, pero justo ahora en este presente ya no siento una pizca de admiración porque no fuiste tú. Fuiste todo este tiempo una copia de alguien que jugaba a cazar. La historia se repitió detrás de mi tantas y tantas veces.

De qué sirve regalarle sueños a quién no tiene tiempo de imaginarlos. De qué me sirvió a mi el tanto querer ayudarte. Es muy probable que solo sean fantasías que el tiempo quitará. Lo único difícil de dejarnos ir es que ya no habrá esa magia que me inspiraba, aquella que me hizo volver aun sin que te fuera un poco necesario. Perdí mi gusto por escribir y nunca lo hice acerca de ti. No sé si pudo haber valido la pena llenar la hojas de un cuaderno hablando de cuando te convertiste en mi más profundo anhelo, una bendición en mi vida, una cura de mi soledad. 

Cuánta ambición puede caber en nosotros, cuanta necesidad ajena; respetable, tolerable. Lejos de hacernos únicos a lado de otros y hechos tristeza con uno mismo. De qué sirve una mentira mal lograda, me he generado desconfianza y fallé a otros por quien me falló a mi. Así de injusto es el trato, el momento, la vida. Los recuerdos se forman, hay experiencias nuevas encima unas de otras. No estoy escribiendo bien. Tengo muchos sentimientos de rechazo, desapego, dolor, odio. Pero no quiero hacerte daño, no quiero que sientas mi ausencia, tampoco quiero que te sientas mio. No volveré a buscar cada pedazo de espacio a tu lado. No fuiste único, eso lastima. 

A veces se me fractura el cuerpo, el corazón se siente lleno de una sensación parecida a un escalofrío, se te anuda la garganta y lo que te hacía feliz ahora se obliga a sentir compasión por ti. Pasan los días y entiendes que estás aquí porque te sentiste sola, sin alguien con quien hablar de tus pasiones. Sin alguien con quien compartir conocimiento. Cuando pudiste solo escribirlo y compartirlo con la gente que verdaderamente amas.

Qué dicha sentir que te quieren, que dicha conocer a quien no juzga tus actos pero se acostumbre a tus mentiras. Que dicha la compañía que llega sola, como si sintiera que su destino es contigo, para ti. Para dos, para el uno que hacen los dos. Que dicha bendecir cada día tuyo, de mañana y a la noche vigilar tu sueño. Que grande eres que mereciste eso de mi. Y que bello poder amarte. Que bello poder dejar de amarte. Soltarte, dejarte repetir la conquista hasta que el hastío haga su trabajo por el mismo. Hasta que el vacío propio se apodere de momentos y personas pasajeras. Hasta que llenes cada fibra, cada músculo, hasta que entiendas que jamás estuviste solo, y que ignoraste mucho del amor que te entregué y gente detrás mio te entregaron. 

Simplemente supe, no había ya oportunidades. Simplemente supe que dejé de compartir un día tras día a tu lado. Lo sentí, me dolió. Y es ahora cuando no quiero saber mucho más. No creo haber sido muy clara en lo anterior, mi escritura comienza a deteriorarse. Estás aquí, y cada rincón tiene su historia, pareciera que todo comienza a tomar sentido de nuevo. Hay luz temprana en el cuarto que compartimos. En el que hablamos de cosas importantes. En el que lloré esperándote sinfín de veces cuando cancelaba mis otros planes. Aquí en donde no solo estuvimos nosotros. Aquí donde alguien más compartió y disfruto la fusión con tu cuerpo. 

Me interesa conocer el desenlace, allá donde vas a llegar, allá donde yo voy a llegar. No es contigo, no ahora, nunca. No nunca, para doblemente merecer algo que inspire desde lo profundo de su ser. No tú. No tú conmigo, no más nosotros. Aburridos, llenos de ambiciones, con miedo a estar solos, aún juntos, solos. Solo contigo. 

Días bellos separan la angustiosa etapa que vivo. Días que llenan diarios de aventuras, sueños que se cumplen de lado tuyo. Sueños que murieron poco después de mi partida. El dolor debe dejar de sentirse, debe volverse una nueva forma de apreciar lo poco, lo pequeño, lo que realmente vale la pena. Es inevitable dejar de quererte, de alguna manera nuestro ciclo no encaja más en el presente. No eres el mismo de hace tres meses, no soy la misma de ayer. Luché por lo que sentía que valía la pena. Valías mi vida, mis penas, alegrías, valías mi tiempo, mi compañía. Opté por dejarte dentro, en un rincón de la eternidad de mi alma, aunque no definas ni un solo aspecto de mi vida. Cada cabeza es un mundo, al parecer nuestro mundo ya no tiene espacio en los detalles que me gustaría que vivieras. 

Pienso que realmente me dueles, te viví fuerte. Te viví dispuesto. No pasó tanto tiempo y renunciamos al acto más bello de nuestro destino. Pero no eres único, te dejé mi primera autenticidad a lado de alguien. Te dejé algo precioso, te confié mi cuerpo, mi corazón. Jugamos mal. Ahora quiero que disfrutes. Que te llenes de algo nuevo, precioso, confiable, que no falles con tu terquedad absoluta. Que sepas que nadie te pertenece por mero placer, que quieras, que ames. Es muy probable que el ciclo se esté cerrando. Que me falte llorar, que te refugies en alguien más. Que no quiera compartir tu cuerpo, que tengas ahora a alguien más, y le cuentes tus sueños, los que no compartimos juntos, los que se quedaron en palabras, en noches, en fiestas, en hartazgo de tenernos juntos sin sentir algo mutuo, en fingir placer, en cuidar y soportar reclamos, en berrinches en mentiras.

Valorábamos lo menos importante, y siento que era mentira. Era mentira jugar a verse bien para ti; era mentira no reclamarte. Era mentira tu verdad compartida. Cuanta razón en hablar de la nula empatía que sentías. Te miro ahí de lado mio, con un propósito. Dejar de sentirte mío. Valdrías mas que mis desvaríos, valdrías más que una existencia vacía. Tendrías mis diversiones, mis pasiones. Tendrías en que colgarte cuando perdieras la fe. La misma fe que me llena cuando quiero respuestas de nosotros. La fe me hace luchar por lo perdido. Mírame ahora, lamentando tu ausencia, tu nueva conquista, tus rencores, tus problemas. Hay fe en ti, pongo fe en ti. Pero no contigo, no a tu lado. No en tu mirada de mentira, no en tu cuerpo ni en tus actos. Me despido. 







Ninth is most strange. In it, the author hardly speaks as an individual any longer. It almost seems as thought this work must have a concealed author who used Mahler merely as his spokesman, as his mouthpiece. - Arnold Schoenberg.


Escrito y fotografía: Michelle Aguilar De León

29 de junio de 2018

[Esperarte]

Creo que esperarte perdió su sentido. Yo, he de esperarte. Te esperé y creo que tampoco llegaste. Tampoco esperaste. Luego nos separamos, fue un solo suspiro y creí en la inercia; por ello he soportado la espera sin sentido. He de admitir corazón, que su olvido me ha pertenecido hace ya un tiempo, puesto que no le veo intenso, le veo aburrido y estando de lado mío esclarezco que mi último aliento es dejar que corra el destino. 

La lección del tiempo y de buscar amigos. Me he quedado sola, yo ya dejé de buscar enemigos. Me he quedado limpia de falsos perfiles que abogan por ser dueños de mis sueños perdidos. Estoy recuperando el tiempo que dejé correr los últimos años, hubo quienes jugaron y lastimaron cada frágil pedazo de satisfacción vivida. Recordar perdía su peso, aprendí a vivir en un día al que solo le seguía otro día, y ello por una eternidad.

Te veo, a ti te veo en mi vida, seguramente no seré a quien conocías. No estoy segura de confiarte mi vida por más que penda por tu delicada salvación. He de cuidarte y protegerte. He de salvarte en historias de libros de tu autoría. He de inspirar una parte importante. Crítica tengo que ser, tengo que perderme de nosotros. No tengo muchas ideas para salvarnos, ya di todo. He dado el último aliento por ti pero ya perdí la ilusión. No sé como ignorar las sensaciones. 

Pensaba narrar el final de esta historia, vengo a trabajar con un sentimiento de aislamiento, soledad, letargo, días oscuros, lluvia, tú y yo. A un lado tu modal de hartazgo, las pocas ganas de sonreír, el que grites tus problemas y no respetes un simple espacio de expresión mío. Quieres y no dudas en mentir y luego prometes mentiras y me dejas ahí, te olvidas. Y es que te olvidas en lugares viejos, en lugares que te hicieron pasar por este mi castigo. Te olvidaste mientras te esperaba. Creo que esperarte perdió su sentido.





Escrito y fotografía por: Michelle Aguilar De León

17 de marzo de 2018

[Aquí y ahora]

Quisiera poder escribir esto en absoluto silencio; con el pasar de los años entendí que los ruidos tenían que ser parte habitual de mis rutinas. Es noche y siento tristeza, me siento llena de emociones y no sé cómo expresarlas. Estoy escribiendo de la peor manera y sin el mayor detalle como antes solía hacerlo. También quería llamarle a él, porque me entiende, pero supe que no tendría la suficiente destreza para atender a mi llamado de extraño clamor esta noche. Por eso decidí escribir. Tenía más de un año sin hacerlo, porque no encontraba el propósito y es ahora cuando veo necesario hacerlo. Pero, ¿a quién escribo? Probablemente haya quien se de el tiempo de leerme. Incluso es probable que nadie lo haga, y estoy acostumbrada a eso desde que descubrí que jamás tendría oportunidades de figurar entre altas esferas culturales literarias. Y es obvio, no tengo técnica. No hay versos, no hay figuras que exalten el arte de las palabras que otros se encargaron de enaltecer tiempo atrás. Cada vez se me está haciendo más difícil la idea de separarme de lo que alguna vez soñé con ser. Siempre quise ser artista. Intenté música y letras. Me hice adicta a la cinematografía y admiré las artes plásticas. Todavía persigo un sueño anexo a lo anterior: Hacer una buena película que probablemente retrate la mayor parte de mi vida.

Hace unos minutos mientras alimenté al gato así sin más, empecé a agradecerme a mi misma porque he sido feliz. He hecho la mayoría de las cosas de forma consciente. Nadie tuvo que decidir por mi. Me he dado el permiso de amar sin pedir nada a cambio y he amado aun más cuando tuve que aceptar que un día tendría que perderle ¿Por qué debe ser tan injusto este proceso? ¿Por qué debería de perder lo único que he amado con tanta fuerza? Eso ni yo lo sé. Solo sé que así funciona la vida.

Un trago de Yolixpa me fue suficiente para amenizar el escape en un rincón urbano de mi ciudad; por un lado observé sujetos con las mejores intenciones de hacer amigos, y así fue. Por otro lado observé a gente que cargaba en su cuerpo un exceso de drogas tan alto que la única forma que tuvieron de expresar su odio hacia su realidad fue gritar mierda en lapsos prolongados. Por otro lado encontré dos buenos amigos con quienes disfruté la proyección de la noche, sin embargo escuché sin intención alguna sobre sus comentarios hacia unas muchachas, que les parecían simpáticas y eran de buen ver, por tanto pensaban en cumplir su objetivo de la noche. Caza y conquista. También conocí a un sujeto al que no le conocí la voz. Nunca pude captar su frecuencia sonora porque no la hubo. Sin embargo lo noté con sus ganas de interactuar. Creo que le faltó librarse un poco de su máscara y postura de querer quedar bien; y lo entiendo, era un proveedor de cerveza artesanal del lugar. Hubo gente que no tuve oportunidad de conocer y simplemente no se prestó el caso, y también me vi naturalmente obligada a no querer interactuar con quienes se ocuparon de exaltar ídolos contemporáneos para tratar de justificar cómo debería funcionar la sociedad, cuando la respuesta siempre ha estado frente a sus propios ojos. Así funcionan las cosas.  

Volví a casa con muchos sentimientos encontrados, pasé de un rincón urbano de escape, a la prisión de mi colonia. Me di cuenta de como las fuerzas policiales junto con el ejército de la nación se han estado encargando de alejarnos cada vez más y más de las altas. Los riquillos, porque así los vemos, como los otros, ajenos a uno. Aquellos que nos dan de comer, y por cierto cada vez nos tienen más gordos a ojos de otros y a ojos de nosotros mismos. Los que mueven y exigen condiciones de limpieza social y siguen tratándonos tan marginalmente como si no sirviéramos de mucho. He visto marchar diariamente a las personas que limpian sus casas y regresan con el lomo partido a darle de comer a los suyos. Ellos no viven con patrullas intentando cazarlos día tras día, noche tras noche. Ahora también debo soportar que un helicóptero vigile mi colonia como si eso pudiera hacer mi vida más amena. Pero como estoy segura debería estar feliz. Y debería hacerme feliz no poder actuar como ser humano. Y debería callarme, ignorar y seguir con mi vida. Y entendí que así funcionan las cosas. O así hemos hecho que funcionen y sigan funcionando. 

Tantos años de evolución me han permitido ser lo más infeliz posible. No tengo nada, no tengo a nadie. Debería alegrarme que estoy próxima a conseguir un título universitario. Pero solo entiendo que ello hará feliz a algunos cuantos. La alegría durará las dos horas prolongadas a la comida de celebración. Después la gente olvidará que soy profesional porque no ejerceré. No me gusta mi carrera, no me gusta mi presente laboral. Tengo tanta ambición, pero no tengo los medios. Tengo tantas ganas pero no tengo el talento. Y así con lo positivo se alimenta esa pequeña parte de mi país que puede gozar de placeres culturales sin más ni más. Debería empezar a preocuparme por encontrar un oficio que sirva a los de arriba, porque aquí abajo he de verme soberbia, y seguramente ya cansé a mi séquito de ignorantes. Por cierto hoy comimos frijoles con arroz, cumplimos con nuestro cuerpo y sus niveles nutritivos. Pero le fallamos a las clases porque comimos como pobres y no tuvimos tiempo de exhibirlo porque nos dio pena. A mi madre le da pena invitar a gente a comer a la casa cuando tenemos eso. Y la entiendo, debe verse mal ante los ojos que tienen igual o menos que nosotros. Hemos de vernos como aquellos que gastan en alimentos perfectos, estéticos. Porque así funcionan las cosas. 

Estéticamente no me quejo, siempre he admirado la belleza de lo masculino, femenino y curiosamente lo animal. Pero me siento inútil con mi imagen, no me produzco porque nunca me ha interesado llamarle a otros por ese medio. Cuando estas apto para una competencia tómala, si no solo retírate con mucha dignidad. Y contempla como los otros le sacan el provecho a eso. Al menos me ayuda a sentirme menos usada, menos interesante, menos fingida y trabajada contra todo ello. Aunque a veces es obligación, cuando consigo un empleo, cuando salgo, y cuando busco aceptación en tiempos cortos por mera diversión. Extraño solo tener que ser yo cuando no era nadie. Extraño mi soledad creativa, extraño mi libertad espacial. Extraño soñar en grande con tan poco. Aborrezco escuchar de mis amigas que buscan operar su cuerpo, estar en dietas para sentirse cómodas con su sexualidad y respectivas parejas. Odio tener que justificar mi permanencia lejos de casa. Me aburre entablar diálogos sobre el por qué debería alejarme de la persona que me hace daño a ojos de los demás. Siempre he dicho que la realidad es efímera pero ahora debería empezar a entender que todo ello da como resultado el presente. 

¿Qué debería de hacer? Supongo que hacer caso a este presente, actuar como si mi realidad fuera normal. Escapes, algunas salidas, entregar el corazón a quien deba de aprenderle algo. Amar sin razón, sin ataduras. Ya habrá un loco para mi por ahí. Creí firmemente en haberle encontrado, pero la vida se encargo de quitármelo sin aun haberle conocido tanto. Aún así no tengo ganas de mucho. No tengo en realidad ganas de nada. Y así también tendría que empezar a hacer algo, solo que aún no sé qué. Y supongo que es normal después de crecer entre tanto egoísmo. Químicamente me considero de cuerpo y mente alegre, pero nunca había tenido tan claro que solo es parte de un espacio, de un tiempo, y de un esfuerzo que monetizará la garantía de querer ser como ellos, a los que no se les aísla para seguir ignorando lo destruida que está ya la base social. Seguiré leyendo y discutiendo ciudades utópicas, seguiré amando, seguiré equilibrando las nuevas experiencias con mi realidad. Solo sin salirme de muchas ambiciones pero aceptando el camino en que por desgracia fui puesta sin haberlo decidido. Y no hay parábolas, hay circunferencias y son reales. Pero seguiré creyendo de mis tan confiados y silenciosos amigos; los libros. Tanta imaginación y tantas posibilidades. Es cuestión de darle necesidades y usos básicos al cuerpo. Cambiar de espacios y tiempos, aprender y entrar a la terrible competencia; confundir a nuestra mente transitando de la vieja idea de cumplir objetivos diarios con el único fin de sobrevivir. Ya veré que me depara el futuro, mientras tanto una bonita melodía...



Un poco más - Álvaro Carrillo 


Escrito por: Michelle Aguilar De León