Camino contemplando el oscuro
cielo que me regala el Sol oculto. Regresas a mis pensamientos, te pienso en un
segundo en el que la brisa de la creciente lluvia moja mis pasos. Comienzo a
odiarla, porque jamás me gustó. Camino con pasos rectos que repentinamente
bailan, porque me acuerdo que no sé bailar. Llego a casa, no hay nadie. Nunca
hay nadie, motivo perfecto para resolver mis pendientes. Subir y verme en un
espejo que contempló tu reflejo. Alimentar a mi gato, recordarte de nuevo. Me
deshago de la ropa que me hizo sentir incómoda todo el día. Me desnudo; me
acaricio y pienso en ti. Podrías estar en cada objeto que establece un contacto
diario conmigo. Lo que sea. Lo que exista, y mientras exista habrá presencia y
la esperanza de verte de nuevo; tan tú, tan calmado. Tan precipitado.
Corro porque es tiempo de salir a
ejercitarme; camino hacia el lugar de actividades. Te recuerdo, y pienso el por
qué. No hay por qué, estoy tan acostumbrada a hacerlo y también comienzo a
odiarlo. Sudo tanto como puedo, y de momento te recuerdo. En este estado, igual
que el mío. Ausente de todo excepto del cielo que te rodea. Por un momento creo
estar bien pero vuelvo a casa y me dispongo a leer. Te encuentro en cada línea,
en cada pensamiento de desconsuelo, porque a eso me has acostumbrado. Ya no hay
motivo de reparo, me hubiera gustado leerte los pensamientos los próximos años.
Te has ido y te seguirás yendo al paso de las estaciones. Me quedaré ahí con
todo lo bueno y todo lo que nunca debió pasar.
Quiero dormir; regresas a mis
pensamientos. ¿Qué hubiera pasado si…? Ya no es tiempo de averiguarlo. Te
quedaste ahí, tan clavado. Nadie logrará sacarte. Ni tú mismo. Y lo sabías; yo
jamás lo hubiera adivinado. Henos aquí, tan perplejos. Perdiendo la inocencia.
Henos aquí, dificultando el único paso que necesitábamos para alejarnos cada
vez más. Quiero estar ahí después, pero he comenzado la ardua labor de hacerte
de lado. ¿Por qué nosotros? ¿Tan irremediable tenía que ser? ¿Por qué yo? ¿Por
qué no cualquier otra mujer de bajos instintos? ¿Por qué tú? ¿Qué tenías tú de
especial? ¿Cuál fue el motivo?
Hubo una primera vez, esa en que
nos vimos por casualidad. Como todo lo efímero que pasa por nuestras vidas, así
fue tu mirada y una pequeña sonrisa. Así fue que decidimos no vernos más. Pero
pasó de nuevo y el destino nos regaló la casualidad más linda de nuestra vida.
Vernos otra vez como si la atmósfera preparara un espectáculo que solo dos
personas en sintonía contemplarían. Nos separamos después de vivir una
aventura. Ya era tarde. Me interesaste demasiado. Se me advirtió demasiado.
Ignoré todo. Y fue por ti. Jamás pensé en mí, solo quería poseerte y perderme
en esta aventura. No hubiera cambiado nada. Solo tu manera cruel de lastimarme.
De ignorarme y de tenerme ahí, cerca tuyo cualquiera que fuese el motivo.
Volvemos a encontrarnos, esta vez
por compromiso. Me doliste tanto, que cada esquina de ese paseo trae una
lágrima que cae sola y sin pensarlo. Hasta la fecha me dueles. Quiero que suene
estúpido, quiero que suene a dolo. Quisiera enlistar todas tus mentiras y hacer
que las entiendas. Por fin aprendí que es imposible hacer cambiar a la persona
que tanto defendías y querías. Con la que eras realmente tú. Sin aparentar.
Era yo, te entregué mi estado más
puro. Más natural, más divertido e inteligente. ¿Qué pasó entonces? ¿A qué
estábamos jugando? ¿Perdimos el tiempo? ¿Te dolió? Sin dudas argumento que
había tenido tanto miedo antes de ti. Me dejé llevar y ocasioné tu miedo
eterno. Tu gusto repentino, tu búsqueda de mi facilidad elocuente. Y la
ganaste, me ganaste del lado más penetrable. Quiero seguirte escribiendo hasta
el olvido, no creo que llegue pronto. No te veo con los mismos ojos ahora.
¿Recuerdas que queríamos vernos?
Lo logramos, y sucedió lo inesperado. Jamás quise pasar por eso. Pero la
excitación se apoderó de nosotros. Jamás nos veremos como antes. ¿Entiendes el
jamás? Jamás es la palabra que más me duele. Porque será por siempre. Tanto te
cuidé como mi sentimiento más preciado, el que tanto procuré. El único que me
importaba, y que a estas alturas me importa de la misma manera, pero con cierta
distancia.
No quiero incomodarte, buscaré no
buscarte. Y aunque nazca de ti, te evitaré. Me hiciste nada en tu vida,
mientras tú fuiste todo. No me leas nada, que todo tiene que ver contigo, y
pronto perderá su magia. No veas nada de lo que hago, evítame tanto como
puedas; porque no quiero que me duela aún más. Vuélveme a mentir como tanto lo
hiciste y piérdete largos periodos. No quiero que me importes, no quiero tener
que mencionarte en mis conversaciones cada día. No quiero pensarte mientras
habitúo mi vida y lo que me tocó vivir. Estoy segura que habrá alguien que tire
todo este pésimo intento de amar. No evito pedir consejos; todos apuntan a
eliminarte. Y heme aquí, escribiéndote.
Como las terapias que más odio. Como las mentiras que detesté. Como los
momentos que repetiría contigo. Como toda la ilusión que me robaste. Como las
lindas costumbres que me dejaste. Con la creatividad a flor de piel.
¿Por qué no soy creativa para
olvidarme de ti? ¿Por qué me dueles en el sentido más humano? ¿Por qué me
buscas? ¿Sabes qué siento por ti? Deja por una vez en tu vida de sentirte el
centro de la mía, que lo lograste muy bien dos veces. Y en las dos me
destrozaste. Y te agradezco, porque crecí. Dejé de creer, y volveré a esperar
para sentir lo mismo. Solo quería que lo supieras…
Le Couple - Marcel Gromaire
Sitting Woman - Paul Ranson
Escrito por: Michelle Aguilar De León
Arte: Gromaire, Ranson.
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