En tu nombre veo el cielo. En tu nombre veo la tristeza. En tu nombre veo la dureza. ¡En tu nombre veo a un pájaro!
¿Quieres verme un rato? ¿Quieres jugar? ¿Quieres llorar? ¿Quieres decir algo? ¿Quieres cantar? ¿Quieres bailar? ¿Quieres seguir viéndome con dulzura? ¿Quieres morderme hasta mañana? ¿Quieres callarlo? ¡¿Prefieres gritarlo?! ¿Crees sentirlo? ¿Buscas desearlo? Aguántame un rato más, ¿Puedes seguirme mirando?
En tu nombre veo a un pájaro que se convierte en árbol. En tu nombre veo soledad. Una perspectiva en dimensión de la cuál no suelo estar segura. Por ahora llueve rencor, tristeza, miedo, retos, el cielo y los truenos. Llueves tú y llueve tu nombre. Llovías ayer y lo harás mañana.
Llueves cada vez que los pájaros se ocultan entre los árboles; te preparas y corres para llover en otras partes. Inundas (tú y tu nombre) la noche con soledad y silencio. Más tristeza, sin cantos, llano, abrumador.
Sigue lloviendo que quiero escucharte por la mañana y por la tarde. Sigue dejando callada la noche que siempre descanso y no busco encanto. Llueve en los instantes que he de necesitarlo. Llueve más que quiero encontrarte.
Si no hubiera árboles, jamás lloverías; solo emigrarías y tu amor perdería. Inunda mis penas con tus agonías y llena mis días de inmensa alegría.
Escrito por: Michelle Aguilar De León
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